Olivier DABÈNE. Street Art and Democracy in Latin America. London: Palgrave MacMillan, 2020. 273 pp. ISBN: 978-3-030-26912-8.

No es habitual que desde la ciencia política se aborde el papel que juega el arte en relación con las categorías que rodean el desempeño del poder. Tampoco es frecuente la atención a procesos de carácter micro por ser predominantes las visiones de cuestiones de envergadura más amplia. Ello es aun más difícil de encontrar en el ámbito latinoamericano posiblemente por la bisoñez allí de la disciplina. Pareciera también que solo disciplinas como la sociología, la antropología o los estudios culturales fueran capaces de tener miradas de cariz más minimalista que, además, trascendieran hacia otros ámbitos. El presente libro, cuyo autor es director del Observatorio Político de América Latina y del Caribe (OPALC) del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales (CERI) dependiente del Instituto de Estudios Políticos (Sciences Po) de París, no solo llena un espacio vacío, sino que es pionero de una tarea que viene siendo inexcusable para la politología desde hace tiempo.

El profesor Dabène, con una amplia trayectoria intelectual atenta a los efectos de las dinámicas institucionales, aunque también del comportamiento, que van desde el ámbito electoral hasta el de las relaciones subregionales, cambia su registro investigador para ahondar en un terreno de análisis muy diferente, pero cuya introspección es necesaria y en este caso también es satisfactoria. Animado por una visión comparada, que es la que, por otra parte, siempre ha predominado en sus trabajos, su preocupación intelectual se centra en el microcosmos que supone la calle, definidora del espacio público por excelencia, y las manifestaciones artísticas en mayor o menor medida espontáneas que dan rienda suelta a la expresividad de agentes muy variopintos a través del grafiti.

Todo ello el autor lo refiere a cinco ciudades claramente representativas tanto de universos culturales muy diversos como de escenarios políticos que a veces incluso son antagónicos. Se trata de Bogotá, São Paulo, Valparaíso, Oaxaca y La Habana. Sus criterios de selección responden a un marco analítico bien preciso que incluye tres criterios de selección: la democracia a nivel de la calle (muy fuerte en Oaxaca, fuerte en Bogotá, moderada en Sao Paulo, débil en Valparaíso e incipiente en La Habana), la denominada gobernanza colaborativa (fuerte en Bogotá, débil en São Paulo, incipiente en Valparaíso, esporádica en Oaxaca y falsa en La Habana) y las pautas de interacción (entre la cooperación, la dominación y el conflicto). Cinco metrópolis que son además representativas de países muy diferentes cuyos grados de representatividad cubren desde lo capitalino hasta lo provinciano, desde el distinto tamaño hasta el carácter cultural del entorno, desde el papel que desempeña el mar hasta la dependencia de la mediterraneidad del interior.

A lo largo de la última década, que se inicia con una estancia de dos años en São Paulo y se cierra con exposiciones públicas donde lleva a cabo presentaciones parciales de su trabajo que van dando lugar a críticas, Dabène ha ido acumulando material gracias a sus recorridos urbanos, lo cual se concreta en 63 entrevistas en profundidad con actores locales de toda gama y en una rica documentación gráfica. Todo ello le permite contrastarlo con el sentido político del lugar y con las dinámicas derivadas de políticas públicas en torno a la marginalidad. El resultado es un proceso en el que ha ido madurando su visión de «otra América latina», pero también de la manera de entender determinados problemas pudiendo engarzarlo con la línea argumental general de la democracia, sus retos y sus deficiencias. De esta suerte, las preguntas surgen de inmediato: ¿Cómo puede darse una enorme creatividad en escenarios sumamente deprimidos donde reina la violencia, la desigualdad y la marginación más excluyente? ¿En qué medida el arte callejero invita al debate público? ¿Cómo se llevan a cabo las relaciones entre las autoridades municipales y los artistas callejeros? ¿Es la canalización de la frustración mediante el grafiti una forma de amortiguar o incluso de controlar el conflicto? ¿Qué relación puede encontrarse entonces con la democracia al uso?

Integrar en un modelo explicativo «la voz» con «la regulación» es un acierto indudable de la propuesta que ofrece este libro. Ahora bien, en la arena está presente la política y los artistas contribuyen más a la democracia en tanto que actúen como ciudadanos, mientras que desde
el lado regulador el contexto desempeña un condicionante mayor. La interyuxtaposición
de ambos deriva en toda la teoría de la democracia deliberativa que, sin embargo, tiende a enfatizar los resultados en lugar de los procesos y, por lo tanto, subestima la agencia y el contexto, por no hablar del arte callejero como una forma de comunicación. Un problema que este libro supera con elegancia innovadora. Al poner el acento en los artistas callejeros, ellos se convierten en los protagonistas del libro («los héroes», en términos del autor) siempre que su actuación se inserte en el marco que impone la ciudadanía de unas urbes enormemente complejas y conflictivas.

El libro se estructura en ocho capítulos. Cinco de ellos se refieren a los estudios de sendas ciudades mencionadas y siguen una estructura similar con dos partes diferenciadas: en la primera se lleva a cabo la descripción del acontecer del arte en la calle, su evolución a lo largo del tiempo, sus actores y estilos; en la segunda, se aborda la regulación del espacio público, lo que brinda la posibilidad de ahondar en la interacción entre artistas y autoridades y en el papel de las dinámicas participativas. Los otros tres capítulos están constituidos por la introducción, el marco analítico y, como conclusión, las lecciones aprendidas en la procelosa relación entre democracia y arte callejero partiendo de la firme convicción de que «la democracia a nivel de la calle es una aproximación productiva que no solo ilumina las diversas contribuciones del arte callejero para con la democracia, sino que también abre un camino prometedor de investigación sobre la profundización de la democracia que se centra en la democratización activada por la voz y en la gobernanza».

Manuel ALCÁNTARA SÁEZ

Universidad de Salamanca